¡Vuelven las mantillas!
La mantilla que llevaban nuestras abuelas y nuestras madres vuelve a ser “trendy” y nada nos pone más felices. Un look aburrido puede convertirse en un look totalmente espectacular con tan solo añadir una manilla al outfit nupcial.
LA MANTILLA COMO ELEMENTO DE SOTISFICACIÓN
La historia de las mantillas se remonta a siglos atrás, cuando eran usadas por mujeres de la alta sociedad española. Estos delicados velos de encaje eran considerados un símbolo de distinción y feminidad. Hoy en día, las mantillas han trascendido fronteras y se han convertido en una opción elegante para novias en todo el mundo. Al elegir una mantilla, una novia no solo añade un toque de tradición a su atuendo, sino que también se conecta con la rica historia de este accesorio tan especial.
Aunque muchas de ellas prefieran prescindir de él en su gran día, las tendencias nupciales apuntan en otra dirección. No solo se lleva el velo, sino que, además, este adquiere un mayor protagonismo en el look, y lo hace en su versión más tradicional. El foco ya no está solo en el largo y en el volumen, sino también en la riqueza, la fantasía y la delicadeza de sus encajes y bordados.
Las novias de la realeza son las que más han adoptado esta tendencia a lo largo de los años, acompañando mantillas y velos amantillados con tiaras o diademas cuajadas de piedras preciosas. Pero no solo las novias más clásicas se rinden a esta tradición. Las últimas en hacerlo han sido la actriz Lily Collins, con su espectacular capa-mantilla de cuento, con capucha incluida; la modelo Jasmine Tookes, que deslumbró con un velo amantillado que presentaba los mismos bordados que la diadema y el cuerpo de su vestido, y, en España, Alejandra Ruiz de Rato, que rescató el velo antiguo de encaje que perteneció a su tatarabuela materna. Toda una lección de cómo tradición y modernidad son la pareja de boda perfecta.